Cultura
En este breve texto, publicado inicialmente en el New York Times, el escritor israelí Etgar Keret evoca la brecha que la guerra ha abierto en tu sociedad, hasta el punto de hacer imposible la comunicación.
La historia es bien conocida: Kafka pidió a su amigo Max Brod que destruyera sus manuscritos. Max Brod no sólo no lo hizo, sino que se convirtió en el guardián de la memoria del escritor, su biógrafo y editor, y el propietario de la mayoría de sus manuscritos, que se llevó a Israel. ¿A quién pertenecen ahora todos estos archivos? En su libro-investigación, Benjamin Balint ha seguido los avatares de los manuscritos de Kafka, desde las querellas políticas y literarias hasta el desenlace judicial. Philippe Zard lo ha leído, y vuelve a contar para K. la historia de una malherencia.